Guardados
en la buhardilla, debajo de la mesa de coser y junto al baúl de la abuela
aparecieron enrollados…. dibujos, bocetos, planos... El misterio estaba ahí, escondido esperando a que la curiosidad de la pequeña Carlota diera con él.
Poco tardó en abrirlos y extenderlos sobre el suelo de madera lleno de polvo y
suciedad.
No
entendía, no sabía que interpretar… pero estaba entusiasmada, enredada en los
papeles, cartones y cartulinas, a cada cual más llamativo, enigmático y repleto
de misteriosas figuras.
Algunas
bellas, mágicas y con un dulce halo de tristeza, otras extrañas, oscuras y con
siniestras miradas. Había ogros, engendros y bestias horripilantes junto a las
más hermosas ninfas, hadas y hechiceras… Había muchas y se dispuso a jugar con
ellas creándoles nombres y personalidades… clasificándolas por géneros y tipos.
Sin
duda, su favorita era la más increíble criatura que jamás había visto. Esbelta,
redonda y muy delicada. Su belleza enigmática y serena la fascinó. Portaba un
cetro con una Luna brillante y en su manto se derraman estrellas de todos los
tamaños y colores. Su mirada era firme pero cargada de ternura y respeto. Ella
era la suprema, la mayor de las reinas, hadas, sacerdotisas y hechiceras. La
llamó Fendeleg.
De
repente se escuchó un ruido desde la escalera. Saltó como un resorte y se
dispuso a recoger todo, guardándolo donde mismo lo encontró. Papeles, cartones y
cartulinas enrolladas que atesoraban un fantástico e imaginario mundo donde
perderse de vez en cuando.
Cerró
la puerta de la buhardilla y bajó de dos en dos los escalones, radiante por su
fabuloso descubrimiento.
MAICA
LUIS
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